lunes, 22 de diciembre de 2008

ESCUELAS PÚBLICAS Y SEMINARIOS. Francisco Javier Clavijero.


No satisfechos los mexicanos con estas instrucciones y con la educación doméstica, todos enviaban sus hijos a las escuelas públicas que había cerca de los templos para que, por espacio de tres años, fuesen instruidos en la religión y buenas costumbres. Además de eso todos procuraban que sus hijos educasen en los seminarios anexos a los templos, de los cuales había muchos en las ciudades del imperio mexicano, unos para niños, otros para mancebos y otros para doncellas.


Los de los niños y manchegos estaban a cargo de unos sacerdotes únicamente destinados a su educación, los de las dirigentes estaban al cuidado de unas matronas respetables por su edad y sus costumbres.


No se permitía trató alguno o comunicación entre los jóvenes de uno y otro sexo, y cualquier falta en esa materia era rigurosamente castigada. Había seminarios distintos para la nobleza y para la plebe. Los manchegos nobles se ocupaban en los misterios interiores y más inmediatos al altar, como el barrer el atrio superior del templo y atizar los braceros que ardían delante de los santuarios; los otros entendían en llevar la línea necesaria para los braceros, la piel radical para los reparos que se ofrecían quien otros semejantes empleos. Unos y otros tenían sus superiores y maestros que los instruían en las cosas de la religión, la historia, la pintura, la música y en otras artes convenientes a su condición.


Las doncellas estaban encargando de barrer el atrio inferior del templo, de levantarse tres veces en la noche a quemar incienso en los braceros, de preparar la comida que diariamente se presentaba a los ídolos y de tejer varias suertes de telas. Instruíanse en todos los oficios mujeriles, con lo cual se conseguía tener las ocupadas en edad tan peligrosa y habituarlas para las cargas del matrimonio. Dormían muchas en una gran sala a vista de las ancianas que las gobernaban, que nada celaban tanto en ellas cuanto la modestia de sus semblantes y la compostura de sus acciones.

Cuando salía algún alumno o alumna de los seminarios a visitar a sus padres, que era de tarde en tarde, no iba sólo si no acompañado de otros alumnos y de su respectivo superior; estaba un breve rato con sus padres, oía con humildad y silencio las instrucciones y consejos que le daban y de allí volvían inmediatamente a sus seminarios, en los cuales se mantenían hasta el tiempo de tomar estado, que los jóvenes eran, como ya dijimos, de los 20 a los 22 años y en las doncellas los 17 o 18. En llegando a esa edad, o el mismo joven pidió licencia al superior para salir a casarse o, lo que era más común, sus padres lo recobraban para el mismo fin, dando al superior las gracias por el cuidado que había tenido en su instrucción.


El superior hacía al joven en la despedida una buena exhortación encargando le la perseverancia en la virtud y el exacto cumplimiento de las obligaciones de nuevo estado. Era especialmente buscadas para mujeres las dirigentes que se educaran en los seminarios, así por sus costumbres como por su inteligencia en las artes propias de su sexo. El joven que pasados los 22 años no tomaba estado se reputaba perpetuamente consagrado al servicio del templo; y si alguna vez, arrepentidos de su celibato, intentaba casarse, era atendido por infame y no había mujer que lo quisiese por marido. En Tlaxcala trasquilaban a los que rehusaban a su tiempo el matrimonio, la cual pena era una especie de diez honra muy tendida.

Los hijos aprendían en lo general el oficio de sus padres y seguía su profesión y así se perpetuaban las artes en las familias, con no pocas ventajas del Estado. A los que se destinaban para la judicatura hacían asistir a los tribunales para que fueren aprendiendo las leyes del reino y la práctica y forma judicial. La pintura 60 de la colección de Mendoza representa 4 magistrados examinando una causa, y detrás de ellos cuatro jóvenes teuctlis oyendo atentamente su deliberación.


A los hijos de los reyes y señores principales se daban ayos que arreglasen su conducta, y antes de que pudiesen entrar en la posesión de la corona o del señorío, se les confería regularmente el gobierno de alguna ciudad o estados menor para que se ensayasen en el arte difícil de gobernar hombres. Esto comenzó a practicarse desde los primeros reyes chichimecas; pues, como dijimos en otro lugar, Nopalzin desde que tomó posesión de la corona de Acolhuácan, entregó a su primogénito Tlotzin el gobierno de la ciudad de Texcoco. De Cuitláhuac, penúltimo rey de México, sabemos que antes de ocupar el trono fue señor de Iztapalapa, y su hermano Moctezuma fue antes, a lo que parece por la historia, señor de Ehecatepec. Sobre este sólido fundamento de la educación levantaron los mexicanos el sistema político de su reino que vamos a exponer.


Tomado de: “Historia antigua de México” de Francisco Javier Clavijero. Pág. 291 Editorial Porrúa, México 2003.


Nota: La única civilización con origen autónomo del mundo, que mantuvo un sistema de educación pública, obligatoria, y gratuita, fue la civilización del Anáhuac.


Las primeras escuelas que se fundaron en el Anáhuac, seguramente que fueron en los primeros tiempos de los olmecas, probablemente alrededor del año 1500 a.C. y este sistema de educación, se mantuvo de manera permanente durante 3000 años. Los mexicas llegaron al Valle del Anáhuac en el año 1200 d.C. y para la fundación de México Tenochtitlán, en el año de 1325 d.C., ya habían tomado las antiguas prácticas educativas que se iniciaron desde la época olmecas y que en el periodo de esplendor, conocido como Clásico, con la cultura tolteca y la Toltecáyotl, habían llegado al nivel más elevado de su conocimiento.


De este modo podemos afirmar, que los textos del siglo 16 y 17, como en este caso el texto de Clavijero, se refieren a los conocimientos que los españoles encontraron en la cultura mexica, como si hubieran sido creados únicamente por los aztecas, y no, como un proceso milenario del desarrollo humano, que a la llegada de los españoles tenían por lo menos 3000 años de una asombrosa vigencia y continuidad.


La educación en el México antiguo durante tantos siglos, ha definido en gran parte, la forma de ver y entender el mundo, la vida, la familia, la comunidad, el trabajo, la religión, de lo que hoy conforman los pueblos y culturas de México. No sólo de los indígenas y campesinos, sino también en las personas que viven en núcleos urbanos. La presencia de este patrimonio cultural, como es la educación, permea a toda la sociedad y la cultura mexicana.

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